25 mayo 2007

Raro

Saul Villa Bunker (pasillo)

Un pasillo largo, frío y desierto.

Podría ser el de cualquier hospital.

Podría ser el de cualquier casa abandonada.

Podría ser incluso el de su propia casa.

Pero no es ninguno de ellos.

Una ligera bruma ondea sobre el suelo y que ella recuerde en su casa no hay bruma.

Aunque, pensándolo bien, tampoco es que recuerde gran cosa, ni de su casa, ni del hospital, ni de ninguna otra cosa o casa.

Al final se ve luz, como saliendo de una puerta, pero no lo distingue bien.
Piensa que sería una buena idea averiguar de qué se trata.

Y empieza a andar. Solo que no anda. Después de unos pasos se da cuenta de que sigue en el mismo sitio. No ha avanzado ni un centímetro.

Rara. La cosa empieza a ser rara.

Tal vez sea un sueño. O tal vez no.

Vuelve a intentarlo, la mirada fija en la tenue luz. Parece que se acerca a ella. Pero no.

De nuevo en el mismo sitio.

Piensa que quizá deba mirar sus pies en lugar de la luz. Y lo hace. Pero no tiene pies.

Al final del camisón no hay nada. Un vacío y los azulejos del suelo.
Ahora lo entiende todo, sin pies no hay pasos.

Tal vez los pies se escondan bajo los faldones del camisón. Sería buena idea levantarlos y echar un ojo. Y lo hace.

Pero no tiene manos. Y ya que lo dices, tampoco hay brazos.
Al final de la manga un vacío.

La cosa se empieza a poner mal. Puede que ni siquiera tenga cuerpo dentro del camisón. Pero a ver como lo comprueba.

Quizá si respira fuerte pueda ver si la parte que cubre el pecho se mueve. Y lo hace.

Pero la tela no se mueve ni un milímetro.

Empieza a sentir claustrofobia. Estaría bueno que solo fuera una cabeza. O quizá ni eso. Una mente. Un pensamiento. Algo etéreo.

Y de pronto estalla una luz delante de sus ¿ojos?

Ve como aquel coche rojo se acerca a mil por hora. Puede ver como cada vez está más cerca. Más cerca. Ve y siente el impacto.

Oye a las ambulancias. Ve el techo de una de ellas. Incluso oye la voz del imbecil ese que dice que no hay nada que hacer. Hora de la muerte 15:43.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando me pase, te lo cuento.Pero permite que procure tardar.

Angustioso ese pasillo, angustioso ese camisón vacio.

un saludo.Jano

LEO dijo...

Casi, casi que si te pasa no me lo cuentes... No vaya a ser que del susto recorra el mismo pasillo...jjejejejje.

besos,
Leo