27 mayo 2008

La familia crece

El sábado salieron dos rayos de sol y una, que de vez en cuando se deja inundar por el optimismo, decidió que nos íbamos a la playa.
Aquí en la ciudad hay varias playas, pero a mí me gusta una en particular, a unos 60 km. de Valencia, en un pueblo que se llama Cullera.




Ya sé que suena de tontos, teniendo playas al lado de casa que nos vayamos tan lejos. La explicación es muy fácil. Es una zona con apenas algunos chalets, pocos, por lo que no hay prácticamente nadie; el nivel del agua es muy bajo, de hecho no te cubre hasta que no sales de la calita, no hay olas y está limpia limpísima. Teniendo un niño es perfecta, puedes tumbarte y darle libertad sin tener que preocuparte de que se lo lleven o se meta demasiado dentro del agua.

A lo que iba…
Casi llegando a la playa, mio paró el coche, “¿has visto eso?” “no, ¿el qué?”
Total, que ahí que nos bajamos los dos y ¿Qué nos encontramos?
Con esto…



El pobre estaba tumbado en la carretea, nos acercamos y ni se movió.
Pensamos que no tenía ojos, su cara era una pura legaña.

¿Qué hacemos?
¿Por qué no llamamos a emergencias y que nos den un teléfono al que llamar?

Emergencias que no tenían ni idea de lo que hacer, que llamáramos a la policía, la policía que no tenían ni puta idea tampoco, que fuéramos al pueblo y que lo lleváramos a un veterinario…
Las dos de la tarde y en el pueblo los dos veterinarios cerrados. Una chica que en Sueca había un refugio y allí que nos fuimos.
Paramos en la policía… ni puta idea que fuéramos al Ayuntamiento.

Y el gato sin moverse…

Llamamos a información… “no, que si algún refugio, protectora o lo que sea en Sueca” “ni puta idea”

Estupendo, llamamos al refugio de Valencia, “no, es que el veterinario no está”

En el Ayuntamiento de Sueca no sabían si había protectora o algún refugio, pero nos dieron el teléfono de una chica.
Llamamos y nos dio el teléfono de un veterinario. Llamamos y por fin alguien que nos hizo caso, “hombre tengo la consulta cerrada, pero si es una urgencia, paso y le echo un ojo.”
Menos mal, alguien con un poco de sensibilidad.

Total, que el gato si tenía ojos. Además de una conjuntivitis herpética, pulgas y desnutrición. Pastillas, gotas, latas de comida, antipulgas… y aquí estamos, con un gatito que, me temo, va a ser el nuevo miembro de esta familia…


¡Éramos pocos y pario la gata!

1 comentario:

Senador Palpatine dijo...

Es una historia preciosa.

Me ha venido genial para este día gris y lluvioso.

Gracias de corazón.