Aniversario

“Hace dos añitos ya,
Que empezamos esto,
Escuchando a la fuga, a los marea y a deseo,
Empezamos con ilusión,
Constancia y ganas de tó.”
Adaptación de una canción de reinci…jeje.

Pues si, dos años de ilusiones, de deseos, de amor, de sexo y de dominación/sumisión.
Quien lo iba a decir…
Yo he cambiado mucho, él también. Los dos hemos avanzado, en conocimiento mutuo y en conocimiento interno. Pero este es mi blog y yo soy egoísta, así que solo voy a hablar de mí.
Y creo que la mejor forma de celebrarlo es escribiendo un segundo capítulo de “Encontrando a mi Lilith”.
(a día de hoy dos años y tres meses, escribir el segundo capítulo me ha llevado su tiempo…)

ENCONTRANDO A MI LILITH (II)


Una página de contactos de Bdsm, bueno, yo ya tenía algo de experiencia en las páginas de contactos, así que pensé que esta no iba a ser diferente. Volví a hacerme un perfil, volví a reinventarme. Para esta vez escogí un sobrenombre con el que me identificara. Lilith fue el elegido. Le añadí una a al final. Lilitha. Y comencé a leer.
Miré perfiles, tenía una especie de foro donde la gente preguntaba y otros les contestaban, recibí mensajes… conteste algunos…
Conteste uno en particular, tras varias conversaciones de Messenger tuvimos una cita. No estaba mal, la conversación fue divertida, unas cervezas, una cena, le hablé de mi inexperiencia, él me habló de la suya. Hubo una segunda cita, cervezas, cena y sexo. La verdad, si hubiese querido solo sexo, no me habría apuntado a una página de Bdsm… No lo volví a ver. Ya había tomado mi decisión. Quería experiencias nuevas y él no había sido capaz de darme nada nuevo.
Puede parecer que sea una persona fría, pero ya había decidido que no quería más convencionalismos, que no quería (solo) sexo.
Seguí entrando, seguí contactando con gente con la que hablaba por el Messenger, nadie me convencía, este demasiado blando, este demasiado duro, este un baboso, este un listo aprovechado…
Una tarde abrí la página y tenía un guiño nuevo, acompañado de texto… el nick perro, muy apropiado. Decía algo así como que si quería probar, él estaba dispuesto a ser mi conejillo de indias. Era original, pero lo que me hizo mandarle un mensaje fue la foto. Estaba de rodillas, con un arnés de cuero, sobre una tela de un color verde manzana horrible. Pensé que era la colcha de la cama. Era tan llamativo que tuve que escribir. Cerraba los ojos y en vez de volverse todo negro, se volvía de color verde manzana…
Empecé a hablar con él, a conocerlo. Era muy agradable. Contestaba a todas mis preguntas, pude saciar mi curiosidad con respecto al bdsm, había tenido experiencias previas, con un par de Amas, relaciones única y exclusivamente D/s. Yo no me veía en el papel de Ama, no como él lo describía.
Decidí que quería tener opiniones contrastadas, que quería hablar con una mujer, una Dómina, alguien que me diera su visión desde el otro lado.
Busqué en la página de contactos, en la sección del foro, alguien que escribiera con cabeza, educada, con experiencia y que me diera la impresión de tener las cosas claras y le mande un mensaje. Le pedía, en ese mensaje, que perdiera un poco de su tiempo conmigo.
Fue un error. Recibí una contestación que no esperaba. Demasiado orgullosa, demasiado subida al pedestal, resumiendo, que estaba harta de que le escribieran pajilleros/as pidiéndole que les contara sus experiencias y que si quería saber que mirara en unas direcciones que, eso si, ponía al final del mensaje.
Contesté dándole las gracias por las direcciones y aclarándole que no era mi intención saber de su vida privada, y, que no se molestara en volver a escribirme, que ya me apañaba yo sola. Para orgullo, el mio…
Empecé a mirar las direcciones que me había dado, de unas páginas pasaba a otras, termine sabiéndome la teoría al dedillo.
Comentaba con “perro” todo lo que leía, generándose debates de lo más interesantes entre los dos.
Poco a poco las conversaciones se alargaban, se acortaban los tiempos entre una y otra. Él me mandaba fotos y videos suyos, disculpándose siempre antes de mandarlos, como si se avergonzara de que yo fuera a verlos, como si temiera un juicio de valor por mí parte. A mi me hacía gracia, como si mis experiencias anteriores, aunque no hubiesen sido bdsm, fueran de postura del misionero… Intentaba explicárselo, pero nada, mi imagen de niña buena y angelical ¿? No le dejaban ver la realidad…
Llego el momento en que yo sentía que estaba saturada de teoría, que quería probar, me sentía preparada y tenía, además, a mi conejillo de indias deseando ser él.
Solo faltaba un paso previo.
El de las cervezas, cena, copas y puro.
El día que bajé del taxi, dando los pocos pasos que me separaban del lugar de la cita, subí, una vez más, otro escalón.