20 julio 2008

compañeros del alma


A las aladas almas de las rosas...
de almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
Miguel Hernández
Elegía a Ramón Sijé

Duerme.

Las estrellas brillan en mí cielo. Me hacen guiños, alumbran mi penumbra.

Una noche sin luna se durmió y no despertó ya más.

Una tristeza sin nombre se apoderó de mi alma y desde entonces, persigo su sombra por los rincones.

Su esencia se cuela entre los resquicios y sus ojos me miran dentro de un marco.

Fuiste mi compañero, mi amigo, el único que siempre me escuchó. El único que siempre me quiso de forma incondicional y generosa.

Tu compañera está pensando en seguir tus pasos, en acompañarte.

Los años pasan. Para todos, pero para vosotros son más rápidos y yo no puedo evitarlo. No puedo frenarlos.

Te sigo echando de menos. A ella también la lloraré y también la recordaré por siempre.

Su tiempo se acaba, su luz se apaga.

Ojala y su marcha sea más plácida que la tuya.

Ojala y estos últimos días su vida siga siendo fácil y cómoda. Tan feliz como yo sepa hacérsela.

Que su marcha, aunque dolorosa para mí, sea el justo final a toda una vida de amor tan incondicional como el que tú me tuviste.

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