
Entra con paso firme, recorre el pasillo formado entre la barra y las mesas y descuelga el teléfono.
Termina la conversación colgando de golpe el auricular y gritando, ¡Puta!
Se me ponen los pelos de punta. Los recuerdos me golpean.
Me pide un carajillo.
- ¿De qué va a ser?
- Ponme Cutty.
- ¿De qué va a ser?
- Ponme Cutty.
Comienza a hablar con un par de clientas, explicándoles lo puta que es su novia, con lo que él ha hecho por ella, con los viajes que le ha regalado, con la casa que le ha montado…
Las chicas le siguen a corriente.
Yo no puedo hablar con él. Lo echaría, pero no encuentro el valor. En las comisuras de los labios boqueras blancas, las pupilas dilatadas, hablar nervioso y gesticulando. Sé lo que significa. Noche de coca y alcohol. Este me la monta, así que mejor desaparecer del mapa.
Corto el limón, pongo en marcha el molinillo del café, caliento la leche, hablo con Clau, cualquier cosa menos mirarlo, evitar cualquier conversación con él.
Las chicas pagan y se van.
Vuelve al teléfono, esta vez no hay conversación, así que un ¡Puta! Y sale disparado del local.
Presiento que para una mujer hoy va a ser un mal día. Presiento gritos, reproches, empujones y espero que ninguna mano golpeando una cara.
El cabrón no me ha pagado el carajillo.