He llegado a la ciudad de la que partí,
¿Cuándo regresaré?
Tú,
sombra inerte,
ve a habitar los espejos del día,
erosiona las blancas vestiduras del alba,
que resbale la espuma,
el eco de la forma;
fue mi goce poseer
el perfil exacto a tu deseo.
Cuando te busco,
amigo mío,
en la seda de tu almohada
hayo tan solo tu vacío
que deja humedecer las sábanas.
Ronronea y tilda ojos innombrables,
amadora de un tejido tuyo,
ya te dirá que tus lindantes labios rozan,
la tarima de un bar,
ya vendrá a ser horizonte,
catarsis,
cerveza
y un rosario de desvelos.
Marta Leo
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