... Y justo cuando parecía que esto volvía a
funcionar, una nueva vicisitud lo paraliza nuevamente...
Pero seguimos y
seguiremos, espera, me suena que esto ya lo he escrito más de una vez...
Si sumamos la
falta de sueño, el cansancio, una musa vaga y poco tiempo, ¿qué tenemos?
Una Leo que está y
no está...
Siempre intentando
nivelar, equilibrar y cada vez más desequilibrada... No, no quiero decir
zumbada, no... Bueno, quizá algo... pensaré en ello, pero mañana, que ahora
me volvería loca si lo hiciera...
Miro hacia atrás,
leo (ja) lo ya escrito y me doy cuenta de que no dejo de andar en círculos...
la escalera debe ser de caracol y creo que me he quedado dando vueltas en el
rellano...
Tengo ganas de
avanzar, de dar otra vuelta y salir de esta circunferencia, si no en línea
recta, por lo menos en zigzag...
Solo puedo prometer y prometo que lo intentaré...
.
.
.
Mientras apuraba el Gin Tonic, lo miro y con una sonrisa en sus
ojos le dijo:
- Vete al
baño, quítate la ropa y espérame, daré tres golpes en
la puerta.
Él enrojeció,
pero murmurando un "Si Señora" se dio media vuelta y se encaminó al
baño.
Ella salió fuera y
se encendió un pitillo, aspiró con tranquilidad el humo de la primera calada y
lo soltó suavemente, saboreándolo. Cuando dio la ultima
calada volvió a entrar, y, con paso firme se dirigió al baño. Tres
golpes y el cerrojo se descorrió.
Entró cerrando la
puerta tras de si.
Él la miraba con
la vergüenza pintada en la cara. Pero despojado de cualquier elemento
que impidiera la mirada de su Dueña.
- De rodillas
chucho- él obedeció, sin importarle la suciedad del suelo.
Le agarró del
pelo levantándole la cabeza y lo abofeteó, una vez, dos veces.
- ¿Cuantas veces
he de decirte que no te quiero ver un solo pelo ocultando mis
pertenencias?
Soltó su cabeza,
el bajo la vista al suelo murmurando un "lo siento Señora es que..."
- ¡Cállate!, nadie
te ha dado permiso para hablar. Ponte a cuatro patas.
- Estás por
domesticar chucho, pero eso cambiara, ya lo creo que cambiara...
Levantándose la falda, se quitó el tanga.
- Abre la boca -
Lo introdujo dentro.
Paso una pierna
sobre él, de tal forma que, su coño, liberado del obstáculo quedaba
sobre su nuca.
Él notó como el líquido
caliente de su lluvia caía sobre su cuello, resbalaba por su espalda, mojándole, bañándole con
su dulce calor, con su inconfundible aroma.
- Límpiame.
Él levanto la
cabeza y dejo que su lengua recorriera cada centímetro, cada pliegue, cada
recodo de su suave piel.
Escuchó sus
gemidos y no pudo evitar enardecerse, pero haciendo caso omiso a su palpitante
sexo siguió, sin detenerse, con paciencia, con mimo, con el ritmo que sabia
la volvía loca. Ella apoyo las manos en los azulejos de la pared,
sintiendo su frescor y se dejó ir...
Cuando su
respiración volvió a la normalidad, entreabrió la puerta y, volviendo la cabeza
le dijo:
- Sécate y vístete.
Te pediré otro Gin Tonic.