18 mayo 2006



He llegado a la ciudad de la que partí,

¿Cuándo regresaré?

Tú,

sombra inerte,

ve a habitar los espejos del día,

erosiona las blancas vestiduras del alba,

que resbale la espuma,

el eco de la forma;

fue mi goce poseer

el perfil exacto a tu deseo.

Cuando te busco,

amigo mío,

en la seda de tu almohada

hayo tan solo tu vacío

que deja humedecer las sábanas.

Ronronea y tilda ojos innombrables,

amadora de un tejido tuyo,

ya te dirá que tus lindantes labios rozan,

la tarima de un bar,

ya vendrá a ser horizonte,

catarsis,

cerveza

y un rosario de desvelos.

Marta Leo

10 mayo 2006

Dos

Esta es una historia que mi Ama Leo me ha hecho escribir como castigo por desobedecer y no cumplir a tiempo una tarea que me asignó. Espero que sea del agrado de Ella así como de aquell@s que la lean.



No podía oir nada, no podía ver nada, ni oler nada. Pero su cuerpo sentía, oh si, sentía el dolor en todos sus musculos depués de llevar casi dos horas tumbado boca arriba sobre la mesa, con las piernas y los brazos abiertos y los tobillos atados fuertemente a las patas de la mesa al igual que las muñecas a las patas opuestas. Dos pinzas mordían, le mordían los pezones aunque ya hacía un buen rato que no los sentía y daba gracias por ello, pues hasta entonces el dolor había ido aumentando hasta hacerse insoportable. Una tensa cuerda alrededor de sus huevos y atada al borde de la mesa y otra apretando su erecta polla le recordaban que ésta ya no le pertenecía, que era propiedad de su ama, y ella con su habitual crueldad, había dejado la cuerda atada al techo donde una lampara de forja colgaba sobre él. Decía que le gustaba esa polla cuando estaba dura y en todo su esplendor, y que no quería verla nunca en otro estado que no fuera así. Con cada latido de su corazón sentía la sangre fluir a su polla, el frío en sus huevos producto de la tensión y le torturaba no poder moverse mas que unos milimetros para aliviar esa tensión. Alrededor de su cuello, un fino collar metálico con una argolla le recordaba su condición: esclavo.
La venda que llevaba en los ojos le impedía saber si ya se había puesto el sol, y esto unido a no saber cuanto tiempo había pasado así le ponía nervioso. Hacía bastante tiempo que su Ama había salido y los segundos se hacían minutos, los minutos horas, y las horas días. Ella no había dicho cuando volvería o si siquiera lo haría, pero sabía con certeza que antes o después oiría el ruido de la llave girando para abrir la puerta, sus tacones alrededor de la mesa, y su voz fría le diría que era su esclavo.
Se dejo llevar, tratando de relajarse todo lo que pudo, procurando no respirar muy hondo para que las cuerdas que ataban su polla y sus huevos no tiraran más de la cuenta. Poco a poco consiguió descender al abismo de la inconsciencia, un estado de sueño en que el dolor que aguijoneaba su cuerpo se mitigaba y su mente vagaba por sus fantasías mas oscuras.
Un subito ruido metálico le saco de sus ensoñaciones bruscamente despertandole y una oleada de dolor recorrió su cuerpo desde los dedos de las manos hasta las puntas de sus pies, pero rápidamente todos sus demás sentidos se pusieron alerta. La puerta se abría, si, al fin. Oyo unos tacones caminar lentamente, uno, dos, cuatro, cinco pasos, y despues otros tacones cuyo sonido era distinto… más acelerados, mas ligeros e imprecisos. Después oyo la puerta cerrarse y dos pares de tacones acercarse a la mesa en que estaba él entre risas y un par de expresiones de sorpresa y satisfacción que no provenian de su Ama, sino de su acompañante. Tenso su cuerpo esperando como la presa que sabe que es inutil seguir huyendo, y espero. Los segundos se hicieron eternos hasta que al fin sintió una mano de finos dedos agarrar su polla dura y apretarla con intensidad. Su ama tomaba posesión de su juguete una vez más, y él estaba complacido pese a la inquietud que le producía saber que había alguien más en la habitación junto con su ama, posiblemente una mujer por el ruido de sus zapatos. Y aunque no la podía ver, si podía respirar un perfume suave y delicado foltando en el ambiente cerca de su cara, hasta que de pronto sintio una lengua recorrer sus labios y su cuello, donde la sensual y humeda caricia se convirtio en una dentellada que le hizo gemir de dolor. Su ahogado grito provocó una inmediata reacción que debió haber previsto, una palmada en sus huevos se lo recordó, y se mordió los labios reprimiendo un segundo grito.
Sabes que no debes hablar, esclavo. A menos que yo te lo ordene. ¿o es que acaso ya has olvidado de quien eres?, responde perro.
No Ama, mil perdones Ama.
Bien, no debes olvidarlo perro, ahora eres mi esclavo.
Si Ama.
Oyo una risa que no era la de su Ama, una risa de mujer sin duda, cristalina y lujuriosa, cruel y divertida a la vez, y supo que en efecto era una mujer, posiblemente alguna de sus amigas a la que su Ama había traído para divertirse juntas usandolo a él como divertimento. Estaba nervioso, era la primera vez que su ama hacía algo así y no sabía como reaccionar. Por un lado estaba contento de que su Ama estuviera tan complacida con él como para enseñarle a sus amigas lo que era capaz de hacer con un hombre a sus pies, pero por otro lado se sentía nada mas que como el juguete de todos, alguien o mejor dicho algo que poder usar a su antojo por quien quisiera, ya fuera su Ama o sus amigas y amigos. Los pasos y la conversación de las mujeres que se alejaron hacia la cocina le sacaron de sus pensamientos. Oyo el tintineo de los hielos al llenar los vasos, y el liquido llenarlos, al tiempo que intentaba poner atención a lo que hablaba su ama con la otra mujer a la que llamó Isabel en dos ocasiones. Luego las mujeres entraron de nuevo en el salón y se sentaron en el sofa, riendo animadamente y haciendo chistes y bromas a proposito del hombre desnudo, tumbado, atado y con la polla dura que tenían ante sus ojos. No le molestaron sus comentarios, estaba acostumbrado a que su Ama le humillara y le dijera lo pervertido y vicioso que era, que solo valía para arrastrarse a sus pies y servirla. Sin embargo nunca había escuchado a su Ama hablar de ello con otra mujer y menos delante de él, y tuvo que reconocer que las palabras de su Ama a pesar de ser humillantes, demostraban un aprecio oculto que nunca había expresado estando él presente. Sin saber porque, sonrió.
¿Te hace gracia algo, perro? – oyó decir a su Ama
No Ama.
Entonces no seas impertinente. ¿Sabes?, he traído a alguien conmigo para pasar la noche y espero de ti un comportamiento ejemplar. En caso contrario sufriras el castigo.
Si Ama, haré lo que ordenes Ama.
Bien, no quiero tener que recordartelo otra vez mas.
Mientras disfrutaban sus bebidas, conversaban sobre las cosas más variadas, triviales y sin importancia, hasta que la conversación derivó hacia el inevitable espectáculo que tenían delante. Comentaban lo que iban a hacer con él, se intercambiaban sugerencias para torturarle y humillarle, y la invitada tenía una imaginación muy prolífica, hay que reconocerlo. No sabía muy bien si era dominante o no, pero por sus palabras podía intuir que era la primera vez que se le presentaba una ocasión así de disponer de un hombre a su antojo. En un momento dado, la invitada se levantó y se acercó a él, sintió sus uñas recorrer su polla y subir arañando su abdomen hasta llegar a sus pezones, donde jugueteó con las pinzas, dandoles pequeños golpecitos y algun que otro tirón. Oyo su risa seguida de la de su Ama diciendole a su invitada:

Todo tuyo.

El juego acababa de empezar.